lunes, 11 de junio de 2007

DE LA ETERNIDAD DEL FUEGO


Hombres quemaron sus naves para que finas cenizas los rescataran del fuego.

Hubo polvo lluvia viento después sobre ellos y aguas invadieron territorios y vestigios.

Torpes centurias sucedieron entonces. Noches filosas, duros días y ocasos.

Mucha mañana atareada, mucha tarde inútil. Estíos, inviernos, carros de guerra, torrentes.

Tropas ordenadas hacia la victoria, tropel después de cobardes vencidos.

Hubo ventoleras y brisas, hubo tiempo.

Cimientos de fugaces catedrales, cloacas y caminos imperiales, socavaron una y otra vez las tierras sagradas.

Sucedidos todos los siglos, aquellos hombres, (tenues cenizas esparcidas), eran aun devorados por el fuego.

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