domingo, 25 de septiembre de 2011

SATIRO HABITANTE

Busqué tus grandes ojos adormecidos de sirena encandilada por las costas borrascosas de los acantilados y los despeñaderos.


Siniestros celacantos deambulaban por tu saliva provocando dulces turbulencias en los eriales donde comenzaban a florecer las magnolias de las tristezas.


Anduve por tus orillas confundido entre los juncales sediento bebiendo de tus aguas detenidas.


La bruma contenía toda la humedad de tu cuerpo de esfinge enterrada para que tu voz de sal y ceniza enmudeciera de hechizos.


Reconocí tus labios de piedra lejana en el estruendo de la rompiente susurrándome con la misma pena que poseían esa noche abajo sobre el mar de la amarilla luna llena.


Destruidos frontispicios encalados reverberaron sobre las arenas en las que tus manos se hundieron buscando el veneno de las medusas.


Negué tres veces en silencio la persistencia de tu aroma desatado en mi piel de sátiro habitante de ti en los espejos rotos de tu sombrío plenilunio.


La honda oscuridad marina fue disolviendo entre algas y espumas tus encantos de fría madreperla hasta el ultimo de los naufragios.