domingo, 18 de abril de 2010

APUNTES EN DESIERTO


Asperas lejanías se repiten desde el ocre triste al tenue púrpura lejano.


Un sol pleno, hiriente, reseco, se cierne sobre polvo sucio y rocas desoladas en el ardiente caliche.


El aire milenario y un indefinido cielo claro te hunden en ti.


Negras aves que anidan en el desamparo planean en el tedio con las alas inmóviles.


Tu voz se retuerce contra la resolana polvorienta hasta que el calor y el sudor te silencian.


Otras voces reverberan sin tiempo en el hastío de esta verdadera soledad.


La quieta consistencia de los cuarzos empampados, flores destruidas, te tocan y olvidan.


Blancos caracoles muertos yacen siniestros, contrariando como tú, la lógica de estar aquí.


Seco musgo en algunas piedras quietas y cárcavas irrisorias rememoran lluvias imposibles


Caminas dejando huellas que guardarán los siglos, pero sin tu nombre.


En la mañana fría, ardiente mediodía de por medio, esperas vencido el terco viento de la tarde.


Descubres que en los sucesivos horizontes afilados esta escrito tu destino, indescifrable.


El día sucede hora a hora, sólido, secreto, ajado por el lento movimiento de las sombras.


El verbo sin ecos se disgrega en la recienvenida ventolera de la tarde.


Escribes sabiendo que tus palabras no alcanzan a describir esta vacía quietud ni este infinito silencio.