domingo, 12 de octubre de 2014

AL AÑO SUCEDIDO


La esperó ansioso en los subterráneos túneles del destino sin saber aun si era ella.

Conversaron de los ritos de las palabras, de los años invisibles, del encuentro y las premoniciones.

Él observo con demasiada vehemencia el amonite de su inquietante geología inicial.

Ella se dejó seducir por los misterios de una cercanía que no suele darse así tan fácil.

La tarde de deshizo en el atardecer allá en una plaza en medio del trafico y el tumulto. 

Después fue el alto castillo, las luces de los barcos imaginarios amarrados al muelle nocturno.

Siguieron la secuencia debida del verbo a los silencios, de las voces a los celos, de las pasiones a las furias.

Vinieron las horas en su intensidad plena, los descubrimientos, los pudores perdidos.

La amistad (sic) sobrevivió a los continuos naufragios hasta que el cariño los dejó anclados en el ahora.

Sucedieron los meses del giro solar y las lluvias, entonces él que supo que era ella.


sábado, 11 de octubre de 2014

LA VOZ CONTENIDA


 
Se me vino la noche con la primavera instalada en un murmullo de besos arrimados allá lejos.

En su noche de río y estatuas fui vagabundo sumergido por los parques donde alguna vez caminamos hasta la madrugada buscándonos.

Su piel buscaba mi piel, los rastros de los besos idos, la tibia cercanía de unas manos.

Recobró de sus más antiguos instintos la delicada memoria reciente de un ceibo distante.

Sintió mi aliento como el viento ardiente de mi desierto quemando su piel inevitable.

Se me vino la mañana gris brumosa de rosas ocultas en el jardín de siempre.

Será que la tristeza de ciertas ausencias se condensa en el aire y humedece todo lo que toca.

No obstante se asomó el sol curioso regido en su ciclo milenario por sus magias invocantes.

Intuí asombrado que su metafísica le permite misteriosas brujerías que arden en la piel.

Su silencio fue un muro en la mitad de la tarde pero sé que se abrirá un día aquella rosa a la incesante primavera.

Solo busqué como perro hambriento sus ausentes ternuras escondidas porque todo atardecer la delata.

Feliz y cobarde no me atreví a decirle que sentí sus labios escribiendo sus deseos en mi cuerpo.


domingo, 5 de octubre de 2014

VIAJERA


(Pero sólo vos me ves...)

Todo atardecer posee ahora las silabas de su nombre urdiendo los vínculos del desamparo.

En esa distancia definida seré breve sombra bajo los arcos del portal y los faroles.

Ella me verá como un oscuro fantasma dibujado entre las oscuras ramas de los pinos.

Me pregunto si sabrá esa primavera que hasta acá alcanza a llegar en lejanía su perfume.

El crepúsculo tramontano viceversa es nuestro en toda su rojiza extensión terrestre y lunar.

Esta primavera donde habita sostiene las mismas intensidades de aquellos pinares.

Estará inmersa en sus rutinas aun con el sabor de mis besos en su boca nocturna.

Su piel buscará mi piel, los rastros de esos besos idos en la tibia cercanía de las manos.

Seguirá soñando esa rosa de terciopelo y yo habitando secreto entre sus pétalos.

Siempre la acecho desde dentro de si misma vagando por sus venas inserto o diluido.

Quizá la sorprenda entre las sabanas de la noche, ebria de champaña y yo ebrio de ella.


sábado, 4 de octubre de 2014

ANNEGACIONES


Viajo por la noche de su pelo mientras la observo desde todos los espejos.

Sus exilios y migraciones vienen con rumbo raudo a mis oceánicas soledades. 

Su misterio se vierte en su risa esquiva, su seño fruncido, su seriedad de mármol.

Todo decanta en la fluidez asidua de sus ojos, en sus antiguas comparecencias.

El amor acontece en sus ternuras, en vuelos de palomas y en su boca de besos.

Es su voz en las palabras la que derrama sus susurros de grama verde y otras lluvias.

Habita soberana en la vegetal intimidad de los bosques y en la tibia comarca del lecho.

Es arrebato y sueño encendido, doncella cómplice, hembra en la mágica ilusión del verbo.

Es joya impenetrable, imagen intocable, lejana persistencia en su sublime intensidad.

No hay pecadora turbiedad que no acoja en las nacientes turbulencias de su cuerpo.

En ella el Amar renueva su vigencia eterna y recurrente desde los pastizales de su infancia.