Para Casandra
Apareciste esclava y doncella desde el fondo oscuro de mi
soledad yaciente.
El estío de ese año fue el más intenso y florido porque tú
ya eras soberana.
Y el amor enternecido tuvo historia y tiempo sin horario ni
restricciones.
Urdimos la certeza de que no hay distancia que rompa ciertas
cercanías.
Comenzamos a sentir en la piel la intensidad del mar atados
por el viento.
Me diste tu pasión recién despertada y te di los intramuros
de mis insomnios.
Se avivaron los fuegos dormidos por los años de aquellos los
tristes destierros.
Te acercaste a mi reinado con las sombras de tu pelo y la
luz entera de tus ojos.
Me declaraste Amo y Señor de tu reino de ilusiones en
palabras e imágenes.
Dejé extasiado que entraras en la torre del castillo y lo
habitaras para siempre.
Abriste para mí el cofre del Amar sin incertidumbres, llena
eras de gozo.