sábado, 19 de febrero de 2011

DONDE EL SENDERO

En los vericuetos del día, has de saber, se esconden los instantes felices.


En las grietas de las trizaduras de la horas que suceden impasibles.


En las arenas de un cuarzo amatista cuajado de pecados solares.


En el sacrilegio de vivir el aquí y el ahora sin esperar paraíso.


En la bifurcación del bien y el mal que nos acecha con impudicia.


En el tropel de deseos que pacen en las praderas de lo prohibido.


En los instintos latiendo subterráneos como lombrices hambrientas.


En el velero que navega sin timón por las aguas de un mar de medusas.


En la imaginación que desborda la razón y la sumerge naufragándola.


En la piel, la carne, las uñas que solo perviven en el rito de los sentidos.


En el tumulto solemne de las limitaciones, las reticencias, los temores.


En los vericuetos del día que no te atreves a convertir en fanfarria y jolgorio.


En la lucidez de la última hora encontrarás, ya muy tarde, el perfecto sendero.