domingo, 12 de octubre de 2014

AL AÑO SUCEDIDO


La esperó ansioso en los subterráneos túneles del destino sin saber aun si era ella.

Conversaron de los ritos de las palabras, de los años invisibles, del encuentro y las premoniciones.

Él observo con demasiada vehemencia el amonite de su inquietante geología inicial.

Ella se dejó seducir por los misterios de una cercanía que no suele darse así tan fácil.

La tarde de deshizo en el atardecer allá en una plaza en medio del trafico y el tumulto. 

Después fue el alto castillo, las luces de los barcos imaginarios amarrados al muelle nocturno.

Siguieron la secuencia debida del verbo a los silencios, de las voces a los celos, de las pasiones a las furias.

Vinieron las horas en su intensidad plena, los descubrimientos, los pudores perdidos.

La amistad (sic) sobrevivió a los continuos naufragios hasta que el cariño los dejó anclados en el ahora.

Sucedieron los meses del giro solar y las lluvias, entonces él que supo que era ella.


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