
El otoño apuró sus pasos nublando cómplice la antes soleada mañana.
En estremecida cercanía dos voces se buscan en tímidos escarceos.
Surgen las memorias de lugares donde sucedieron felices infancias.
Una música ya perdida va envolviendo en su dulce telaraña las horas felices.
Las vidas asumen la serenidad de la distancia cribando dolores y ausencias.
Los afectos bullen alegres pero ocultos, como los pájaros entre el ramaje.
Las palabras dicen menos que las almas porque los códigos difuminan sus temores.
Algo vivo pulsa ciertos momentos del silencio donde los ojos callan.
Un juego de mascaras los arrima y los cerca en un rincón que arde.
Un blanco encaje y una negra transparencia los acechan bajo la flor del fuego.
Hacia el final, las no saciadas ansias saben que aun no es llegado el otoño.
En estremecida cercanía dos voces se buscan en tímidos escarceos.
Surgen las memorias de lugares donde sucedieron felices infancias.
Una música ya perdida va envolviendo en su dulce telaraña las horas felices.
Las vidas asumen la serenidad de la distancia cribando dolores y ausencias.
Los afectos bullen alegres pero ocultos, como los pájaros entre el ramaje.
Las palabras dicen menos que las almas porque los códigos difuminan sus temores.
Algo vivo pulsa ciertos momentos del silencio donde los ojos callan.
Un juego de mascaras los arrima y los cerca en un rincón que arde.
Un blanco encaje y una negra transparencia los acechan bajo la flor del fuego.
Hacia el final, las no saciadas ansias saben que aun no es llegado el otoño.