sábado, 28 de agosto de 2010

CARTOGRAFIA FINAL


El tiempo es una serpiente ávida de victimas y oscuridades.


El invierno se rompe en lluvias rutinarias, en fríos rincones y aguas.


Se perfila una imagen de sortilegios antiguos y un ámbito de pena.


Hay un roce que abunda en ociosas caricias, en turbios ardores, en tímidos intentos.


Muros limitan la mirada, el ocaso, el cielo que se pierde, las aves y el viento sagrado.


Un hombre se asume (o se hunde) en su historia, con su maldición y su magia.


Ha buscado los derroteros a contracorriente y ha sido vencido.


Siniestros engaños le ocultan ahora los signos de los mapas, ciego a los faros y las costas.


Sometido al error, abrumado de urgencias y memorias se rinde al tosco azar de su viaje.


No hay puertos en sus rumbos errados. Sueña con el horror de un naufragio.



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