viernes, 27 de agosto de 2010

DE UNA SOLA VOZ


Briosos corceles de cascos acerados cabalgan por el filo aterciopelado de la noche.


Lentas mantarrayas destrozando los lúbricos crepúsculos.


Guacamayos esparciendo todos los rojos, todos los amarillos, todos los verdes.


Esplendecentes miríadas de peces entre algas y torrentes oceánicos.


Vacuos sonidos ululando en los altos acantilados marinos.


El destello efímero de la última luciérnaga escindida a contraluz del insomnio.


Las estridencias de venusterio del voluptuoso carnaval del miércoles de ceniza.


Las tonalidades verdiazules del mar de los náufragos sangrientos.


Endriagos y vestiglos danzando sobre los huesos cristalizados del arcángel.


Las sales de los territorios encendidos en medio del plenilunio.


Las piedras muertas ruborizadas por el plagiado atardecer.


Una voz recitando los versos escritos por las medusas en las arenas negras del solsticio.


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