jueves, 15 de julio de 2010

DE ELLA, TODA SOLEDAD


Duermen en Sus ojos las crisálidas de aquellas perdidas primaveras.


Busca en la quieta esperanza un día con un aquí y un ahora distintos.


Intuye o desea que túnel de Sus insomnios se abra al fin al soleado paraíso.


Su rostro dibuja en su tristeza la sagrada soledad de sueños cristalizados.


Sabe que enterrado en la nostalgia está el amor del que aun no ha bebido.


Su boca miente el embrujo de la pena, sin palabras, sin un gesto, toda soledad.


En Su reflejo de reina inmóvil, la musa agoniza en silenciosa melancolía.


Allí están los ponientes de Su reseca comarca con Su infancia en fragmentos.


Allí Su delicada juventud como un largo otoño y su premonición de nieve.


Sobre Su belleza sobrevuela un halcón hambriento de Su encanto incesante.


Día llegará en que la atrape, una tarde de lluvias inciertas, con feroz ternura.


Será esa noche entonces, sin Su arduo presente, que anidaran sus ausencias.


Solo el secreto de un lejano y alto roquerío verá como encienden sus sueños.



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