miércoles, 9 de junio de 2010

DEL OCASO


Las lentas naos del ocaso inician cansadas su última navegación en el silencio.


Con el alto velamen tremolante tuercen el rumbo hacia la noche siguiendo un oriente equivocado.


Perros color violeta rastrean los pasos en las largas calles solitarias, aullando contra un azul que se oscurece escurriendo entre matices furiosos.


Un instante verdiazul que no cuaja se hunde sin dejar huella ni eco.


La verde intensidad de otro oleaje siniestro se despliega socavando el horizonte.


Hay un reverbero dorado verdoso buscando, sin llegar a consumarse, el amarillo final de un estremecimiento oceánico.


Anaranjados peces incandescentes surgen de la espuma sobre un ancho mar ensangrentado.

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