domingo, 1 de julio de 2007

SEPTENTRIÓN


El alto desierto de Su nombre con su antiguo sol demorado por los años.

La ciudad desolada por el tiempo, habitada por sombras o fantasmas inútiles.

Las calles bajo el asedio de relámpagos y truenos de una tormenta inverosímil.

Los techos oscuros destilando el agua sucia de una ciudad sin inviernos.

La madrugada húmeda, fría y silenciosa, abandonada de pájaros.

Los lugares cargados de memorias que no me pertenecen.

Innumerables ventanas iluminadas. Todas iguales.

El mar reverberando en un vaho tibio de algas ausentes y crustáceos pudriéndose.

Los barcos con sus luces lejos en la inmensa rada de agua turbia.

Gentes sin raíces sobreviviendo en un arenal caluroso y salobre.

Los niños sin abuelos jugando en una plaza de árboles falsos.

Los suburbios aletargados en un eterno estío de gaviotas adormecidas.

El barrio de casas de mentira engañadas por un sur de mentira.

El tiempo detenido en el ámbito sudoroso de un trópico absurdo.

Un territorio condenado a la vana y cruel servidumbre del oro.

La ciudad de Su nombre es hoy un lugar abandonado a la orilla de un mar sin recuerdos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me encanto tu poema,especial.
un abrazo cordial.
zuny