domingo, 1 de julio de 2007

APUNTES SOBRE LA VICTORIA DE SAMOTRACIA


cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra
A. Pizarnik

Fue la palabra que argumentó la tarde de ese viernes la semilla del delirio.

Sola, sutil, sigilosa, con cierta persistencia de embrujada o embaucada.

Altos fuegos arrasaron bosques memoriales esparciendo antiguas cenizas.

Hubo sed desesperada, hasta la lluvia precisa que Su ciego hechizo esperaba.

A partir de allí, prodigios del encanto, fue cárcava, rompiente, total poseedora.

Existía, no en el hoy ni el ayer, (y sin mañana), sino en un difuso y nostálgico intermedio.

Caminaron sus calles, eligieron un parque y un lecho, asustados.

Usufructuaron del gozo de los días y las voces, como de un sueño.

Cómplices, evadieron el enemigo ahora para que nada separara.

Todo tiraba a infinitud, la puerta abierta, el cielo claro, la tierra recién llovida.

A plena cercanía, entre dudas y certezas, se despidieron en la última esquina.

El final no importa, nunca tantas cartas en la mesa, nunca tan mala mano.

2 comentarios:

Administrador dijo...

Me ha gustado mucho ese final.

Anónimo dijo...

cuidate de la silenciosa en el desierto...
de la viajera con el vaso vacio...
y de la sombra de su sombra...
existimos desde la mas lejana antiguedad,no somos una leyenda,estamos vivas,aqui y ahora.
la reina madre.
zuny