jueves, 6 de agosto de 2009

A BOCA DE OTOÑO


Lento se derrumba el otoño en sus breves e innumerables matices del ocre.

Retornan las aves para vivir en territorios conocidos las lluvias venideras.

Con sobria certeza una tierra sedienta espera el invierno adormecida de estío.

La brisa inicial mece las últimas arboladuras apurando amarillos, almagres y rojos.

Un sol tenaz se desliza torvo por el cauce quieto del día, desencantado.

Cristalizan los verdes renovados sobre las derrotadas hierbas previendo primavera.

Cantos de pájaros y susurros de follaje reseco asumen una atardecida sinfonía.

Aun no hay musgos, las cicatrices del verano se remiten a esas pequeñas ausencias.

El hombre transcribe unos versos a la espera de una intensidad que no llega.

Las rutinas otoñales inician en su alma las trizaduras acostumbradas.

Ya no lo cercan fantasmas, simulacros ni mascaras, los años aplacaron sus muertos.

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