viernes, 23 de julio de 2010

PREMONICION DE CULPA


Cuídate del día siguiente, porque oirás crujir la balanza y la puerta del perdón estará cerrada.


Salvados serán los locos y los sabios, (no los poetas), los que no supieron, los sordos, los mudos, los ciegos.


No aquel que vino, vio y venció sino el iluso, el mendigo, el que simplemente esperó.


Urge entonces Su cólera para que en esa última penumbra te asombre la quietud del olvido.


DE UN DIA GRIS AZUL


Es un día gris azul de sombrío desencanto


Sobrevuela su alma la desesperación de la carne


Escancia la hiel y el vinagre el Tiempo enemigo


Hacia donde mira hay esquinas inciertas, rincones oscuros


Los muros devuelven ecos siniestros de ausencias sin rostro


Una breve intensidad reverbera en un aire opaco, tibio


La obscena densidad de Su imagen lo turba, lo invade de hastío


Se siente perdido, muerto en una acera donde escurren aguas sucias


Un relente fresco oloroso a rosas mustias lo va diluyendo, rompiendo


Alcanza a intuir la inutilidad de todo antes que un vaho gris azul lo alcance.



jueves, 15 de julio de 2010

PIEDRAS


Las gárgolas que festonearon los templos


La piedra gris que resistió a Cesar


Las piedras milenarias que duermen en la arena ardiente de Ghiza


La piedra del molino de las aspas heridas por un loco


La piedra rota de la victoriosa memoria de Samotracia


Las pequeñas piedras perladas de la playa del poeta


El empedrado que pisó Isabel de Aragón camino al convento


La piedra quieta que nadie nunca se atrevió a arrojar


La roca que hizo rodar un ángel en la puerta de una tumba el tercer día para que Aquel se levantara de entre los muertos


La piedra donde el indio molió el maíz de tu estirpe


El mármol reconstruido, (que triste), que te ocultará para siempre de los días.


DE ELLA, TODA SOLEDAD


Duermen en Sus ojos las crisálidas de aquellas perdidas primaveras.


Busca en la quieta esperanza un día con un aquí y un ahora distintos.


Intuye o desea que túnel de Sus insomnios se abra al fin al soleado paraíso.


Su rostro dibuja en su tristeza la sagrada soledad de sueños cristalizados.


Sabe que enterrado en la nostalgia está el amor del que aun no ha bebido.


Su boca miente el embrujo de la pena, sin palabras, sin un gesto, toda soledad.


En Su reflejo de reina inmóvil, la musa agoniza en silenciosa melancolía.


Allí están los ponientes de Su reseca comarca con Su infancia en fragmentos.


Allí Su delicada juventud como un largo otoño y su premonición de nieve.


Sobre Su belleza sobrevuela un halcón hambriento de Su encanto incesante.


Día llegará en que la atrape, una tarde de lluvias inciertas, con feroz ternura.


Será esa noche entonces, sin Su arduo presente, que anidaran sus ausencias.


Solo el secreto de un lejano y alto roquerío verá como encienden sus sueños.



domingo, 4 de julio de 2010

DE DUDAS E IMPOSIBLES


Dejó sus terrores hundidos como semilla muerta en Su ajena y lejana tierra.


Rompió el pacto con si mismo de no volver a buscar los escondidos paraísos.


Borró uno de sus nombres para aplacar Sus furias y Sus celos, inútilmente.


Alcanzó a tocar su imagen, oír su voz, a encender los fuegos nocturnos del deseo.


Esos pocos días se deshacían en arena o cenizas durante las noches a trastiempo.


Se sacó algunas de sus mascaras y habló en la verdad mas secreta de su oscuro laberinto.


Sé rindió solemne a la evidencia equivoca de que sus ojos y su boca existían.


Habitaban en horas, tardes y días distintos, pero en las noches coincidían en los sueños.


De pronto la realidad inundó con su opacidad la dulce tentación y su hechizo.


Aun quemándose en Sus palabras entendió que el final era obvio, aunque parecía imposible.


Vencido, se dejó llevar por Sus mareas hasta los tristes roqueríos del desamparo.


Urdieron una trama, la vivieron y dolieron, saben que no les será fácil el olvido.




sábado, 3 de julio de 2010

ESTE OTOÑO


Se desbarató el viejo damasco en sus oros pervertidos.


Las lluvias asolaron los vestigios del ciruelo con mano amarga.


Incólumes olivos hacen como que el otoño no les incumbe.


La palmera altiva cambia sus dedos secos para aplaudir la futura primavera.


Muerto el acacio yace ensortijado contra el cielo.


El eucalipto tañe la brisa fría en olorosa condescendencia.


Hileras de esqueletos tristes contemplan desde arriba los tréboles nacientes.


Los naranjos se renuevan en verdes distintos que tras azahares cobijaran sus pequeños soles atardecidos.


Los palquis, optimistas y soñadores, ya estallaron en renuevos sin esperar el solsticio venidero.


El pino inconmovible oculta en sus brotes su ternura.


El musgo avanza alegre hacia la batalla de siempre que sabe perdida.


Hay brotes surgiendo y hojas muertas y madera pudriéndose, todo a la vez, como si el otoño mismo no existiera.