jueves, 6 de agosto de 2009

NOCTURNO INUTIL


Túmulos solitarios delimitan tu crepúsculo.

Aves ciegas se disuelven hacia el horizonte.

El mar es una línea quieta e inmutable.

Roqueríos y frías estrellas te confunden.

Hurgas en tu memoria el siglo perdido.

(Hay ruidos lejanos que desconoces.)

Tus manos han cristalizado en puños impotentes.

Es la noche vertiginosa y total. Hembra enemiga.

Todo prodigio te enternece hasta el dolor.

Los perros del insomnio te acometen en jauría.

Las lentas horas impregnan la porosidad de los sueños.

Descubres asustado tus propias huellas en la arena.

Crees imaginar que es el final de la noche.

A BOCA DE OTOÑO


Lento se derrumba el otoño en sus breves e innumerables matices del ocre.

Retornan las aves para vivir en territorios conocidos las lluvias venideras.

Con sobria certeza una tierra sedienta espera el invierno adormecida de estío.

La brisa inicial mece las últimas arboladuras apurando amarillos, almagres y rojos.

Un sol tenaz se desliza torvo por el cauce quieto del día, desencantado.

Cristalizan los verdes renovados sobre las derrotadas hierbas previendo primavera.

Cantos de pájaros y susurros de follaje reseco asumen una atardecida sinfonía.

Aun no hay musgos, las cicatrices del verano se remiten a esas pequeñas ausencias.

El hombre transcribe unos versos a la espera de una intensidad que no llega.

Las rutinas otoñales inician en su alma las trizaduras acostumbradas.

Ya no lo cercan fantasmas, simulacros ni mascaras, los años aplacaron sus muertos.